HEPATITIS C
Esto puede ocurrir: por compartir equipo para inyectar drogas, durante el parto, relaciones sexuales con una persona infectada, tatuajes o piercings corporales no reglamentados, compartir ciertos articulos de cuidado personal que puedan haber estado en contacto con sangre infectada
¿Cuáles son los síntomas de la hepatitis C?
Muchas personas con hepatitis C no presentan síntomas y no saben que están infectadas. Si se presentan síntomas, estos pueden incluir: piel u ojos amarillos, no querer comer, malestar estomacal, vómitos, dolor de estómago, fiebre, orina oscura, heces de color claro, dolor en las articulaciones y sensación de cansancio. Hay que destacar que si se presentan síntomas con una infección nueva, suelen aparecer en el plazo de 2 a 12 semanas.
Las personas con hepatitis C crónica –que sucede cuando uno tiene el virus detectado por más de seis meses– pueden vivir años sin sentirse enfermas. De hecho, cuando se presentan sintomatologías con la hepatitis C crónica, a menudo son un signo de enfermedad hepática avanzada.
¿Cómo se diagnostica?
Hacerse análisis de detección de la hepatitis C es importante para averiguar si usted está infectado y recibir tratamiento que puede salvarle la vida. Se trata de una prueba de sangre muy sencilla cuyo resultado tarda minutos si se realiza la prueba rápida o un día en un laboratorio médico. La mejor noticia es que ahora la hepatitis C se puede curar. Existen tratamientos antivirales muy eficaces que alivian esta infección en ocho a 12 semanas. Es importante decir que dicha cura está disponible desde 2014 y ha revolucionado el tratamiento de esta enfermedad, que en su momento provocó millones de muertes.
HEPATITIS B
Tratamiento: No hay ningún método específico contra la hepatitis B aguda. Por tanto, la atención persigue el bienestar y el equilibrio nutricional del paciente, incluida la rehidratación tras los vómitos y diarreas. Lo más importante es evitar medicamentos innecesarios, no se deben administrar antieméticos ni paracetamol. La infección crónica, sucede cuando el virus ha sido detectable por más de seis meses en la sangre. Esta se puede tratar con medicamentos antivirales orales. El tratamiento puede retrasar la evolución de la cirrosis, reducir la incidencia del cáncer de hígado y mejorar la supervivencia a largo plazo. Ahora bien, solo es necesario para una proporción limitada de personas (las estimaciones varían entre el 10% y el 40%). La OMS recomienda administrar tenofovir o entecavir por vía oral para reducir la presencia del virus de la hepatitis B. A diferencia de otros, estos fármacos no suelen desencadenar resistencias, son fáciles de tomar (un comprimido al día) y causan pocos efectos secundarios, sin embargo, es necesario tener vigilancia médica periódica.
HEPATITIS AUTOINMUNE
Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer hepatitis autoinmune se incluyen los siguientes: ser mujer, antecedentes de ciertas infecciones como sarampión, herpes simple o el virus de Epstein-Barr, predisposición genética.
TRATAMIENTO: Existe tratamiento para la Hepatitis autoinmune, son principalmente medicamentos inmunomoduladores. A veces la enfermedad avanza silenciosamente y se manifiesta como cirrosis. En este último caso, el mejor tratamiento es el trasplante de hígado.
COLANGITIS BILIAR PRIMARIA
Los síntomas tempranos comunes son los siguientes: Fatiga, comezón en toda la piel, a veces incontrolable, oscurecimiento de la piel no relacionado con la exposición al sol, los signos y síntomas posteriores también pueden incluir:, sequedad en ojos y boca, dolor en la parte superior derecha del abdomen, crecimiento del bazo , dolor en los huesos, en los músculos o en las articulaciones , hinchazón de pies y de tobillos , depósitos de grasa (xantomas) en la piel alrededor de los ojos, párpados o en los pliegues de las palmas de las manos, plantas de los pies, codos o rodillas, color amarillento en la piel y en los ojos (ictericia), huesos débiles y frágiles (osteoporosis), lo que puede producir fracturas, colesterol alto, diarrea, que puede incluir heces grasientas (esteatorrea)
Es posible que las siguientes pruebas y procedimientos se usen para diagnosticar la colangitis biliar primaria. pruebas de función hepática, análisis de anticuerpos para la existencia de signos de la enfermedad autoinmunitaria, perfil de lípidos, ultrasonido hepático, Fibroscan, colangiopancreatografía por resonancia magnética.
ENFERMEDAD HEPÁTICA POR ALCOHOL
La hepatitis alcohólica puede progresar a la cirrosis y llevar a la muerte anticipada. Si te diagnosticaron hepatitis alcohólica, debes dejar de consumir alcohol. Las personas que continúan consumiendo alcohol enfrentan un riesgo alto de daño hepático y muerte.
Se sabe que los siguientes factores desempeñan un papel en la hepatitis alcohólica:
• El proceso del cuerpo para descomponer el alcohol produce químicos altamente tóxicos.
• Estos químicos activan la inflamación que destruye las células del hígado.
• Con el tiempo, las cicatrices reemplazan el tejido hepático sano, e interfieren con la función hepática.
• Esta cicatrización irreversible (cirrosis) es la etapa final de la enfermedad hepática alcohólica.
Los factores de riesgo incluyen los siguientes: el género, obesidad, factores genéticos, raza y origen étnico, consumo compulsivo de alcohol. Tomar cinco o más tragos en un periodo de dos horas para hombres y cuatro o más para mujeres aumentan el riesgo de hepatitis alcohólica.
El único tratamiento para la enfermedad hepática por alcohol es dejar de beber alcohol para siempre. Es la única manera posible de revertir el daño hepático o de evitar que la enfermedad empeore.
CIRROSIS
Cada vez que el hígado sufre un daño, ya sea por enfermedad, consumo excesivo de alcohol u otra causa, intenta repararse a sí mismo. En el proceso, se forma un tejido de cicatrización. A medida que el daño avanza, el hígado pierde las células que funcionan y se remplazan por cicatrices, a la larga su función se ve afectada y aparecen los signos y síntomas de la cirrosis: el color amarillo de la piel, los sangrados digestivos y el coma hepático (cirrosis descompensada). La cirrosis avanzada incrementa el riesgo de muerte.
Por lo general, se ha considerado que, el daño al hígado causado por la cirrosis no puede revertirse. Pero si la cirrosis hepática se diagnostica de manera temprana y se trata la causa, se puede limitar el avance del daño y, en algunos casos, revertirse. Un ejemplo de esto es que al tratar las hepatitis B o C con los medicamentos antivirales, pacientes con cirrosis mejoraron muchísimo y algunos pudieron revertir el daño hepático.
En la cirrosis, como en toda enfermedad crónica hay que tener un cuidado médico periódico y cuando hay descompensaciones hay que acudir a un hospital. En esta etapa, los síntomas no se “controlan solos” y los pacientes descompensados no mejoran espontáneamente, solo mejoran con las intervenciones y tratamientos médicos.
Mientras los pacientes están estables, hay que tener exámenes periódicos como el ultrasonido hepático cada 6 meses (o al menos una vez al año), la endoscopia y los exámenes de laboratorio. También es importante que los medicamentos prescritos por los médicos no dejen de tomarse, pues pueden presentarse descompensaciones severas y producir la muerte.
A pesar de este panorama desolador, existen indicios de tratamiento de la fibrosis avanzada en pacientes con cirrosis compensada. Hay ensayos clínicos con medicamentos que han comprobado deshacer la fibrosis hepática si quieres saber más, contáctanos para conocer los ensayos clínicos que tenemos disponibles.
TRASPLANTE HEPÁTICO
En la actualidad la tasa de supervivencia de un trasplante esta por arriba del 90% a un año y 82% a cinco años, lo cual lo hace el tratamiento de elección en la cirrosis descompensada y en la falla hepática fulminante.
En general, el trasplante de hígado se reserva como una opción de tratamiento para personas que tienen complicaciones significativas debido a una enfermedad hepática crónica en etapa terminal. El trasplante de hígado también puede ser una opción de tratamiento en casos raros de insuficiencia repentina de un hígado previamente sano.
Por desgracia, el número de personas que esperan un trasplante de hígado supera ampliamente el número de hígados disponibles de donantes fallecidos. En Estados Unidos se hacen aproximadamente 8,000 trasplantes anuales pero ingresan a ser candidatos a este tratamiento 11,00 personas cada año. En España se hacen aproximadamente 1,250 trasplantes de hígado cada año y hay 1600 pacientes en espera de un trasplante hepático. En México la situación es muy diferente ya que cada año fallecen mas de 40,000 personas por cirrosis, pero solo son aceptados para esperar un trasplante hepático entre 300 y 400 personas. El número de trasplantes realizados son pocos en comparación a otros países; el máximo histórico en 2018 fue de 234 trasplantes hepáticos y en 2021 se llevaron a cabo solo 135 trasplantes.
La técnica quirúrgica del trasplante hepático ha ganado en rapidez. Actualmente se efectúa todo el trasplante en 4 o 5 horas, frente a las 8 ó 9 de los inicios. También existe menor necesidad de transfusión. Además, los receptores llegan al trasplante en un estado mejor. Asimismo, la técnica anestésica ha avanzado notablemente. La recuperación de los pacientes después del trasplante es significativamente más rápida, ya que su estado después de la intervención es mucho mejor que antes.
Es importante mencionar que una vez que una persona recibe un trasplante hepático, tiene que tomar medicamentos para no rechazar su nuevo hígado, esto es de por vida. Además, tiene que seguir en vigilancia médica. A pesar de esto, el trasplante hepático le regresa al enfermo hepático su calidad y cantidad de vida, por lo que es uno de los tratamientos mas importantes para los pacientes con una enfermedad del hígado en estado terminal.
CÁNCER DE HÍGADO
El cáncer que se disemina al hígado es más común que el cáncer que comienza en las células hepáticas. Comienza en otra área del cuerpo, como el colon, el pulmón o las mamas, y luego se disemina al hígado, a este proceso se le denomina cáncer metastásico en lugar de cáncer de hígado. Este tipo de cáncer lleva el nombre del órgano en el que comenzó, como el cáncer de colon metastásico, para describir el que comienza en el colon y se disemina al hígado Algunos de los factores que aumentan el riesgo de padecer cáncer primario de hígado son los siguientes:
• Infección crónica por el virus de la hepatitis B o el virus de la hepatitis C.
• Cirrosis. Es el factor de riesgo más importante y aumenta las probabilidades de desarrollar cáncer de hígado.
• Ciertas enfermedades hepáticas hereditarias. Algunas de las enfermedades hepáticas como la hemocromatosis y la enfermedad de Wilson.
• Diabetes
• Enfermedad del hígado graso no alcohólico.
• Exposición a toxinas
• Consumo excesivo de alcohol.
La mayoría de las personas no tienen signos ni síntomas en las primeras etapas del cáncer primario de hígado. Cuando existen señales y síntomas, estos pueden incluir los siguientes:
• Pérdida de peso sin proponértelo
• Pérdida de apetito
• Dolor en la parte alta del abdomen
• Náuseas y vómitos
• Debilidad y fatiga general
• Hinchazón abdominal
• Decoloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos (ictericia)
• Heces blancas o blanquecinas Hay muchas maneras de tratamiento, pero los principales tipos de tratamiento son:
• Cirugía
• Tratamiento por radiología de intervención: ablación o embolización
• Quimioterapia: Muchas veces se utiliza más de un tipo de tratamiento. El plan de tratamiento que sea mejor para usted dependerá de:
• La etapa del cáncer
• Qué tan bien esté funcionando su hígado
• La posibilidad de que un tipo de tratamiento cure el cáncer o ayude de alguna otra manera
• La edad del paciente
• Otros problemas de salud que tenga